Me duelen sus ojos. Y no sé que hacer. Cierro los míos para hacerme invisible. Mi cabeza funciona como un radar y noto cuando está cerca. Y su perfume debe orientar la brújula tonta que maneja mi esqueleto. Pero no sé a qué diablos huele.
Alguna vez, acumularé demasiada adrenalina, toxinas, drogas y morfina. Se va a enterar...
No hay comentarios:
Publicar un comentario