Cada uno de nosotros posee un mecanismo interno que se activa mediante botón secreto. Puede ser un olor, un sonido, un gesto o cualquier estímulo externo. En la mayoría de las veces se trata de una combinación secreta de formas y colores. Después, una hormona traviesa se libera en nuestra sangre y emborracha nuestro sistema nervioso. Al principio, esta patología no se manifiesta por completo sino que se incuba en el inconsciente como un virus infeccioso y mortal, en silencio, esperando el momento adecuado. El destino nos obligará a adjudicar el inicio de este mecanismo a una persona. Pero será el azar quien determine cuándo, dónde y quién activará nuestro botón secreto.
Ejemplo: Querido Diablo: Intenta mirar el escaparate
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Archivo del blog
-
▼
2011
(32)
- ► septiembre (4)
No hay comentarios:
Publicar un comentario