Muchas veces creemos que está todo andado, que hemos llegado al final y no hemos encontrado lo que íbamos buscando. Entonces vemos que no buscábamos nada y que nuestro propósito solo es andar.
Es ahora el momento de pisar nuestras pisadas, repasar las de otros, tropezar con la misma piedra y reírnos de nuestras caídas, cogernos de la mano del primero que encontremos en nuestro camino, tomarnos un respiro de vez en cuando para lamer las heridas y poder seguir andando.
Aquí de poco sirve detenerse y mirar hacía atrás, nuestras sombras no se corresponden con nosotros y sus voces son solo ecos de gritos. Gritos muertos en el aire que alguna vez alguien respiró antes que nosotros.