lunes, 23 de julio de 2012

Humo

Mi sueño fue triste, como una sirena dentro de un camarote incendiado. Nadie vio el humo y la sirena murió, despacio, con dolor. Su lágrima inundó el sueño, que era pequeño como el ojo de una carpa y largo como su propio mar. El mar, que estaba cerca y yo no, entremedias la tristeza. Y el calor, que desprende del hueso la carne. Se me enrolló la sábana entre las piernas, intenté castrarme.



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Y después te sueño, claro. Retrocede la sábana, la carne se agarra al hueso, se enfría la tristeza, me acerco al mar, la lágrima apaga el fuego y la sirena no muere. El camarote es nuestro y lo incendiamos. Hacemos humo.

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